lunes, 16 de marzo de 2015

Imágenes más que textos

Imágenes más que textos



Imágenes más que textos
Una vez una
profesora quiso dar una clase a sus alumnos sobre Jesús. Como buena pedagoga,
empezó hablando de Jesús, sin decir su nombre, esperando que los alumnos adivinaran
de quien estaba hablando.




Empezó diciendo: Os voy a contar la historia de una persona muy bondadosa, que
nació muy pobre, de tal modo que ni siquiera los vecinos se enteraron de su
nacimiento. Nació estando sus padres de viaje. Como era pobre, nadie les
acogió, ellos tampoco tenían dinero para irse a una posada. Tuvo que nacer en
una cueva abandonada, quizá utilizada anteriormente por pastores que guardaban
el ganado en la montaña, donde se refugiaban cuando venían a la aldea.

Después este niño creció y aprendió el arte y el oficio de su padre que era
carpintero. Fue ayudante de su padre hasta ser un joven maduro… Todo el mundo
le conocía como el hijo del carpintero.

Cuando tenía edad de casarse, en vez de buscar una novia, empezó a preocuparse
de tal manera por los demás, sobre todo por los pobres, que se olvidó
prácticamente de la profesión y vivió sólo preocupado por ellos. Hablaba de
Dios a las personas con las que se cruzaba por los caminos, se detenía junto a
los enfermos, les cuidaba las heridas, consolaba a los tristes y desanimados,
buscaba las ovejas perdidas para conducirlas al redil y comía con la gente
sencilla. Le veían muchas veces en compañía de pecadores y de gente de baja
reputación, incluso comía con ellos. Todos le querían mucho y era una alegría
escucharle. Decía cosas que iban directas al corazón de la gente. 

Iba todavía por la mitad de la historia, cuando un niño interrumpió a la
profesora y, con desparpajo, le dijo: yo sé quién es, yo sé quién es esa
persona.

La profesora sintió una enorme recompensa con la intervención del niño y quiso
darle la oportunidad de que mostrara sus conocimientos de catecismo. Entonces
el niño respondió sin titubear: es el sr. Armando, vive en mi barrio, yo le
conozco muy bien.

Era eso exactamente: el sr. Armando reflejaba a la perfección los rasgos de
Jesús. Era como su retrato. 

Creados a imagen y semejanza de Dios, estamos llamados a ser antes que
"textos" o palabras, "imágenes". Hoy tenemos quizá
demasiados textos y pocos retratos. El Beato Pablo VI decía que los hombres de
nuestro tiempo creen más en los que dan testimonio que en los que enseñan; y
sólo creen en los que enseñan si son testigos. 







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