domingo, 22 de noviembre de 2015

El canasto de carbón

El canasto de carbón

El canasto de carbón
Se cuenta la
historia de un anciano que vivía en una granja en las montañas de Kentucky
oriental con su joven nieto. Cada mañana, el abuelo se sentaba temprano en la
mesa de la cocina para leer su vieja y estropeada Biblia. Su nieto, que quería
ser como él, intentó imitarlo cuando era posible.
Un día el nieto
preguntó, “Abuelo, yo intento leer la Biblia, me gusta pero no la entiendo, y
lo que logro entender se me olvida cuando cierro el libro. ¿Que hay de bueno en
leer la Biblia?”
El abuelo
silenciosamente dejo de echar carbón en la estufa y dijo: “Baja el canasto del
carbón, y ve al río, y tráeme un canasto lleno de agua”. El muchacho hizo tal y
como su abuelo le dijo, aunque toda el agua se salió del canasto antes de que él
pudiera volver a la casa. El abuelo se rió y dijo, “Tendrás que moverte un poco
más rápido la próxima vez”, y lo envió nuevamente al río con el canasto a
intentar traer agua en él.
Esta vez, el
muchacho corrió más rápidamente, pero el canasto estaba de nuevo vacío antes de
llegar a la casa. Ya sin respiración, le dijo a su abuelo que era “imposible
llevar agua en un canasto,” y fue a conseguir un balde. El anciano lo detuvo
diciendo “yo no quiero un balde de agua, quiero un canasto de agua. Tú puedes
hacerlo”. A estas alturas, el muchacho sabía que la tarea era imposible, pero
quería mostrar a su abuelo que aún cuando corriese más rápido, el agua se
saldría antes que llegase a la casa.


El muchacho
sacó el agua y corrió tanto como pudo, pero cuando llegó donde su abuelo el
canasto estaba de nuevo vacío. Exhausto, el muchacho dijo “abuelo es inútil”.
“¿Por qué piensas que es inútil? contesto el abuelo. “Mira dentro del canasto”.
Viendo su interior comprendió por primera vez que el canasto tenía algo diferente.
En lugar de un fondo sucio por el carbón, este lucía limpio. “Esa es la obra de
Dios en nuestras vidas. Él nos cambia desde dentro lentamente hasta
transformarnos en Su Hijo.”

martes, 3 de noviembre de 2015

El muro

El muro



EL   MURO
Dicen que una vez un hombre, era perseguido por varios malhechores que querían
matarlo. El hombre entró a una cueva. Los malhechores empezaron a buscarlo por
las cuevas anteriores de la que él se encontraba.
Con tal
desesperación elevó una plegaria a Dios, de la siguiente manera: "Dios
todopoderoso, haz que dos ángeles bajen y tapen la entrada, para que no entren
a matarme".
En ese momento
escuchó a los hombres acercándose a la cueva en la que él se encontraba, y vio
que apareció una arañita. La arañita empezó a tejer una telaraña en la entrada.
El hombre
volvió a elevar otra plegaria, esta vez más angustiado:
"Señor te
pedí ángeles, no una araña."
Y continuó:
"Señor, por favor, con tu mano poderosa coloca un muro fuerte en la
entrada para que los hombres no puedan entrar a matarme".
Abrió los ojos
esperando ver el muro tapando la entrada, y observó a la arañita tejiendo la
telaraña.
Estaban ya los
malhechores accediendo a la cueva anterior a la que se encontraba el hombre y
éste quedó esperando su muerte. Cuando los malhechores estuvieron frente a la
cueva que se encontraba el hombre, la arañita ya había tapado toda la entrada.
Entonces se escuchó esta conversación:
Primer hombre:
Vamos, entremos a esta cueva.
Segundo hombre:
No. ¿No ves que hasta hay telarañas? Nadie debe haber entrado en esta cueva
desde hace tiempo. Sigamos buscando en las demás cuevas.
Moraleja.
"La fe es creer que se tiene lo que no se ve. Perseverar en lo
imposible" Hay una frase muy bella que dice:
"Si le
pides a Dios un árbol te lo dará, en forma de semilla".
Pedimos cosas
que desde nuestra perspectiva humana son lo que necesitamos, pero Dios nos da
aquellas con las cuales nos muestra que con cosas muy sencillas, Él puede hacer
mucho más.
Como en esta
lectura, a veces pedimos muros para estar seguros, pero no tendría ningún
mérito pues sabríamos y tendríamos la certeza de que estamos protegidos. Dios,
en cambio, nos pide además confianza en Él, para dejar que su Gloria se
manifieste y haga que algo como una telaraña nos dé la misma protección que una
muralla.


Si has pedido
un muro y no ves más que una telaraña, recuerda que Dios puede convertir las
cosas... y confía en Él.

Fiesta de Todos los Santos 2014