jueves, 8 de enero de 2015

NO JUZGUES

NO JUZGUES



NO JUZGUES

Él quería que sus
hijos aprendiesen a no juzgar de manera apresurada. Por eso, a lo largo del
año, mandó que cada uno de ellos viajase hasta una localidad distante, donde
había un peral plantado.



Después de que volviese el último hijo, el hombre los reunió y pidió a cada uno
que les describiera lo que habían visto.



El primero dijo que el árbol era feo y retorcido.



El segundo hijo manifestó su desacuerdo, indicando que el árbol tenía hojas
verdes y estaba cubierto de preciosas flores de aroma tan dulce que él se
arriesgaría a decir que eran las flores más graciosas que había visto.



El tercer hijo argumentó que estaban confundidos, ya que el árbol estaba
repleto de frutos dorados, bellos y sabrosos. El árbol estaba tan cargado de
frutos que estaba arqueado y lleno de vida.



El último hijo no estuvo de acuerdo con los demás, diciendo que el árbol no
tenía flores ni frutos, aunque sí hojas coloridas con los más bellos tonos de
rojo y dorado.



El hombre explicó a sus hijos que todos estaban en lo cierto, pues cada uno
había visto el árbol en una estación diferente. Agregó que no se puede juzgar
un árbol o a una persona por sólo una estación.



La vida sólo puede ser cuantificado al final, cuando todas las estaciones se
completen. Quien desiste delante del invierno, pierde las delicias de las demás
estaciones.










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