domingo, 19 de octubre de 2014

LA PROTECCIÓN DE DIOS

LA PROTECCIÓN DE DIOS

LA PROTECCIÓN DE DIOS

Un misionero estaba colaborando como médico
de un pequeño hospital en África. Muchas veces, él tenía que trasladarse en su
bicicleta a través de la jungla hacia el poblado más cercano, para conseguir
material de su trabajo, medicamentos y dinero que le era enviado desde los
Estados Unidos.










El viaje duraba dos días, así que tenía que
acampar una noche. Él ya había hecho este recorrido varias veces sin ningún
contratiempo. En uno de sus viajes, antes del anochecer del primer día encontró
a dos hombres que peleaban fuertemente. Uno de ellos estaba seriamente herido y
el otro huyó, por lo que acudió a atenderle y acompañarle a donde este vivía y
dejar algunas indicaciones a su familia. Semanas después en su siguiente viaje
y al llegar a la ciudad, se le acercó aquel hombre que había atendido, y este
le dijo: "Yo sé que usted cuando regresa, lleva consigo medicinas que
necesita y dinero. El día que usted me atendió de mis heridas, algunos amigos y
yo le seguimos hacia la jungla por la noche, así cuando usted acampara y
estuviera dormido, teníamos planeado matarle y tomar el dinero las medicinas.
Cuando íbamos a atacarle, vimos que la tienda de campaña estaba rodeada por 16
guardias armados. Nosotros éramos 4 y vimos que era imposible llevar a cabo
nuestro plan así que decidimos retirarnos". Escuchando el misionero le
dijo al hombre riendo: "Eso es imposible. Yo puedo asegurarle que siempre
viajo solo y nadie me acompaña en mis viajes". El hombre le corrigió e
insistió en lo que vió. "No Señor, yo no fui el único hombre que vió a los
guardias. Mis amigos también los vieron y todos contamos el mismo número de
guardias. Estábamos asustados. Fué por eso que le dejamos y desistimos en
atacarle. Cuando regresábamos yo me separé de ellos y fue entonces que después
uno de ellos me siguió y me atacó como castigo por haberlos hecho perder su
tiempo y no haber conseguido nada, ya que yo había planeado todo. Fue entonces
que después usted me encontró y vió huir al que me golpeó y vino en mi ayuda.
Espero que usted me pueda perdonar."



Varios meses después, el misionero asistió a una celebración dominical en una
iglesia en Michigan donde él les contó acerca de sus experiencias en el África,
incluyendo la historia de los 16 guardias que estuvieron con el mientras
acampaba y les dijo: Recuerdo bien ese día por que era el cuarto aniversario de
haber llegado al África.

Uno de los asistentes de la comunidad, se paró e interrumpió al misionero y le
dijo algo que dejó a todos los asistentes atónitos. "Nosotros estuvimos
ahí con usted en espíritu para ayudarle. En esa noche en África, era de día
aquí. Yo llegué a la iglesia para recoger algunos materiales que necesitábamos
para un viaje que teníamos que hacer, al poner las cosas en mi camioneta, yo
sentí que la presencia de Dios estaba a mi lado diciéndome que orara por usted.
La urgencia fue tan grande que llame a algunos hombres de la iglesia para que
oráramos por usted por protección. Esto lo hicimos en el salón donde tenemos
las fotografías de todos nuestros misioneros, no sabía cual era el peligro que
usted pasaba, pero en la fotografía venia impreso el día que usted fue enviado
al África años atrás, un día antes de su aniversario. Nosotros estuvimos ahí
con usted en oración protegiéndolo y ellos están aquí para atestiguarlo.



Inmediatamente después, este hombre le pidió a todos los que habían orando por
él ese día, que se pusieran de pie. Uno a uno lo hizo, lo que llamó la atención
del misionero. Este empezó a contarlos y el número exacto fue de 16 hombres.

Toda la comunidad quedó enmudecida por un largo rato. 

jueves, 9 de octubre de 2014

Frédéric Soulié

Frédéric Soulié y el Rosario



LO APRENDIÓ CON MÁS DE
CUARENTA AÑOS



Fue Frédéric Soulié  un autor
francés que compuso algunas novelas y obras de teatro de no escaso valor
literario. Nacido en Foix, al sur de Francia, en el año 1800, murió a sus 47
años de edad en Bièvres, cerca de París.



En su última y larga enfermedad, fue asistido en un hospital por una hermana de
la Caridad y observó más de una vez que ésta pasaba entre sus dedos las cuentas
de un Rosario en sus momentos de descanso. Picado por la curiosidad, un día le
preguntó:

-¿Qué reza usted, hermana?


-Rezo el Rosario -le contestó ella.

-¿El Rosario? -repitió él con voz de asombro-. ¿Y eso qué es?

-¿Usted, ese gran literato -dijo la hermana- de verdad que no sabe lo que es el
Rosario?

-Pues... no, francamente, no. ¿Me lo quiere explicar?

La hermana no se hizo de rogar. Y acto seguido, empezó por preguntarle:

-¿Sabe usted el Padrenuestro?

-Hace años que no lo rezo, pero... seguramente que lo recordaré.

-¿Y el Avemaría? -inquirió la monjita.

-Tal vez, también la recordaré.

-Entonces; pues, vamos a empezar.

-¿A empezar el qué?

-A meditar sobre los quince misterios de la Pasión, Muerte y Resurrección de
Nuestro Señor Jesucristo. Cada Misterio, un Padrenuestro y diez Avemarías. Eso
es rezar el Rosario. ¿Lo empezamos? Le alargó el Rosario al literato francés y
se oyó la voz débil pero emocionada de éste diciendo: El primer Misterio...

-¡De gozo! -dijo la hermana como un eco de su gozo interior.

lunes, 6 de octubre de 2014

CONSEJOS DE UN PADRE A SU HIJO PARA VIVIR FELIZ

CONSEJOS DE UN PADRE A SU HIJO PARA VIVIR FELIZ



Jackson Brown no es un gran pensador, ni un Nóbel de literatura. Es sólo
un hombre común, un padre preocupado por la felicidad de su hijo que quiso
escribir estos simples  'consejos', al momento que éste se iría a estudiar
a la Universidad, lejos de su casa. Su hijo decidió fotocopiarlos y los
distribuyó entre sus compañeros de estudio. Tuvieron tanto éxito, que una
editorial le pidió autorización a Brown para editar un libro con ellos. Poco
tiempo después, ampliado bajo el título 'Vivir Feliz', se convirtió en un Best
Seller que lleva decenas de ediciones y millones de ejemplares traducidos a
varios idiomas.

Observa el amanecer por lo menos una vez al año.

Estrecha la mano con firmeza, y mira a la gente de frente a los ojos.

Ten un buen equipo de música.

Elige a un socio de la misma manera que elegirías a un compañero de tenis:
busca que sea fuerte donde tú eres débil y viceversa.

Desconfía de los fanfarrones: nadie alardea de lo que le sobra.

Recuerda los cumpleaños de la gente que te importa.

Evita a las personas negativas; siempre tienen un problema para cada
solución.

Conduce automóviles que no sean muy caros, pero date el gusto de tener una
buena casa.

Nunca existe una segunda oportunidad para causar una buena primera
impresión.

No hagas comentarios sobre el peso de una persona, ni le digas a alguien que
está perdiendo el pelo. Ya lo sabe.

Recuerda que se logra más de las personas por medio del estímulo que del
reproche (dile al débil que es fuerte y lo verás hacer fuerza).

Anímate a presentarte a alguien que te cae bien simplemente con una sonrisa y
diciendo: Mi nombre es fulano de tal; todavía no nos han presentado.

Nunca amenaces si no estás dispuesto a cumplir.

Muestra respeto extra por las personas que hacen el trabajo más pesado.

Haz lo que sea correcto, sin importar lo que otros piensen.

Encomienda tus tareas y decisiones diariamente al Espíritu Santo

Dale una mano a tu hijo cada vez que tengas la oportunidad. Llegará el momento
en que ya no te dejará hacerlo.

Aprende a mirar a la gente desde sus sandalias y no desde las tuyas. Ubica tus
pretensiones en el marco de tus posibilidades.

Recuerda el viejo proverbio: Sin deudas, sin peligro.

No hay nada más difícil que responder a las preguntas de los necios.

Aprende a compartir con los demás y descubre la alegría de ser útil a tu
prójimo. (El que no vive para servir, no sirve para vivir).

Acude a tus compromisos a tiempo. La puntualidad es el respeto por el tiempo
ajeno.

Confía en Dios, pero cierra tu automóvil con llave.

Recuerda que el gran amor y el gran desafío incluyen también 'el gran
riesgo'.

Nunca confundas riqueza con éxito.

No pierdas nunca el sentido del humor y aprende a reírte de tus propios
defectos.

No esperes que otro sepa lo que quieres si no lo dices

Aunque tengas una posición holgada, haz que tus hijos paguen parte de sus
estudios.

Haz dos copias de las fotos que saques y envíalas a las personas que aparezcan
en las fotos.

Trata a tus empleados con el mismo respeto con que tratas a tus clientes.

No olvides que el silencio es a veces la mejor respuesta.

No deseches una buena idea porque no te gusta de quien viene.

Nunca compres un colchón barato: nos pasamos la tercera parte nuestra vida
encima de él.

No confundas comfort con felicidad.

Nunca compres nada eléctrico en una feria artesanal. 


Escucha el doble de lo que hablas (por eso Dios nos dio dos oídos y una sola
boca).

Cuando necesites un consejo profesional, pídelo a profesionales y no a
amigos.

Aprende a distinguir quiénes son tus amigos y quiénes son tus enemigos.

El amigo que nunca falla es Jesús. Confía siempre en Él y rézale todos los
días.

Nunca envidies: la envidia es el homenaje que la mediocridad le rinde al
talento.

Recuerda que la felicidad no es una meta sino un camino: disfruta mientras lo
recorres.

Si no quieres sentirte frustrado, no te pongas metas imposibles.

'La gente más feliz no necesariamente tiene lo mejor de todo... simplemente
disfruta al máximo de todo lo que Dios pone en su camino'