lunes, 31 de marzo de 2014

EL PERDÓN



EL PERDÓN
Pocas veces
somos ofendidos; muchas veces nos sentimos ofendidos.
Perdonar es
abandonar o eliminar un sentimiento adverso contra el hermano.


¿Quién sufre:
el que odia o el que es odiado?
El que es
odiado vive feliz, generalmente en su mundo.

El que cultiva el rencor se parece a aquél que agarra una brasa ardiente o al
que atiza una llama; pareciera que la llama quema al enemigo, pero no, se quema
uno mismo.
El
resentimiento sólo destruye al resentido.
El amor propio
es ciego y suicida; prefiere la satisfacción de la venganza al alivio del
perdón, pero es locura odiar: es como almacenar veneno en las entrañas.
El rencoroso
vive en una eterna agonía.
No hay en el
mundo fruta más sabrosa que la sensación de descanso y alivio que se siente al
perdonar, así como no hay fatiga más desagradable que la que produce el rencor.
Vale la pena
perdonar, aunque sea sólo por interés, porque no hay terapia más liberadora que
el perdón.


P. Ignacio
Larrañaga
EL PERDÓN tambien  puede encontrara en WEB Católico de Javier.

viernes, 21 de marzo de 2014

EL REGALO ENCUBIERTO

EL REGALO ENCUBIERTO
Un joven muchacho que estaba a punto de graduarse, admiraba desde hacía unos meses un precioso automóvil deportivo en un concesionario de coches. Sabiendo que su padre podría comprárselo, le dijo que ese auto era todo lo que quería; y a sabiendas que se acercaba el día de graduación y que su padre tenía las posibilidades económicas de concedérselo, el joven esperaba ver alguna señal de que su padre hubiese comprado el auto que tanto soñaba.


Finalmente, en la mañana del día de graduación, su padre le llamó para decirle lo orgulloso que se sentía de tener un hijo tan bueno y lo mucho que lo amaba.

El padre tenía en sus manos una hermosa caja de regalo. Curioso e impaciente, el joven abrió la caja y encontró una hermosa Biblia de cubiertas de piel y con su nombre escrito con letras de oro.

Enojado le gritó a su padre: "¿Con todo el dinero que tienes y lo que me das es esta Biblia?". Salió de la casa y no regresó jamás.

Pasaron muchos años y el joven se convirtió en un exitoso hombre de negocios. Tenía una hermosa casa y una bonita familia, pero cuando supo que su padre (que ya era anciano) estaba muy enfermo, pensó visitarlo. No lo había vuelto a ver desde el día de su graduación.

Poco antes de partir para verlo, recibió un telegrama donde decía que su padre había muerto y le había heredado todas sus posesiones, por lo cual necesitaba urgentemente ir a su casa para arreglar todos los trámites de inmediato.

Cuando llegó a la casa de su padre, la tristeza y el arrepentimiento llenaron su corazón.

Empezó a ver todos los documentos importantes que su padre tenía y encontró la Biblia que en aquella ocasión su padre le había dado. Con lágrimas, con mucho dolor, la abrió y empezó a hojear sus páginas. Su padre cuidadosamente había subrayado un verso en Mateo 7.11: "Y si vosotros siendo malos, sabéis dar buenas guías a vuestros hijos, cuanto más nuestro Padre Celestial dará a sus hijos aquello que le pidan".

Mientras leía esas palabras, unas llaves cayeron de la Biblia. Tenía una tarjeta del concesionario de automóviles donde había visto ese deportivo que había deseado tanto. En la tarjeta estaba la fecha del día de su graduación con las palabras: "TOTALMENTE PAGADO".

MORALEJA:  ¿Cuántas veces hemos rechazado y perdido las Bendiciones de Dios o las oportunidades de disfrutar y/o vivir algo, porque no vienen envueltas en paquetes hermosos, como nosotros esperamos? 


ORIGEN DEL DÍA DEL PADRE



ORIGEN
DEL DÍA DEL PADRE



La señora Sonora Smart Dodd, de Washington,
fue la que propuso la idea del “día del padre” en 1909.



Dicha señora quería que existiera un día especial para honrar a su padre, Henry
Jackson Smart. Henry era veterano de la guerra civil. Se convirtió en viudo
cuando su esposa, la madre de la señora Dodd, murió en el parto de su sexto
hijo. Fue en una granja rural en el estado de Washington donde el Sr. Smart se
hizo cargo de la educación de sus seis hijos.



La señora Dodd era consciente del gran esfuerzo que  su padre había
realizado, siendo un verdadero ejemplo al criar a todos sus hijos teniendo muy
presente los valores y la buena educación.



El primer día del padre se celebró el 19 de junio de 1910 en Spokane
(Washington). Esta celebración se extendió a otras ciudades de Estados Unidos
durante los siguientes años. En 1924, el presidente Calvin Coolidge declaró el
día del padre como una celebración nacional. Finalmente, en 1966, el presidente
Lyndon Johnson firmó una proclamación presidencial que declaraba el tercer
domingo de junio como el día del padre.



En la mayor parte de los países de América Latina, al igual que en los Estados
Unidos y Canadá, el Día del Padre se celebra el tercer domingo de junio.



En España, Bolivia, Honduras, Italia y Portugal se festeja el 19 de marzo, día
de San José. En Brasil, en cambio, se celebra cada segundo domingo de agosto.
En la República Dominicana se celebra el último domingo de julio, y en
Guatemala y en El Salvador el festejo es el 17 de junio.



El día del padre es un día no solamente para honrar a nuestro padre, sino a
todos los hombres que actúan como figura del padre. Se celebra también a los
padrastros, a los tíos, a los abuelos, y en general a la figura paterna, ya que
todos son acreedores a que se les celebre el Día del Padre.



Padre: te rendimos homenaje hoy porque nos has dado la vida, porque nos
proteges, porque nos cuidas, porque nos educas y porque te preocupas por
nosotros, tus hijos. ¡Que Dios te bendiga!


 Tambien lo encuentra en Web Católico de Javier (Clic) ORIGEN DEL DÍA DEL PADRE

sábado, 15 de marzo de 2014

LA ROCA EN EL CAMINO



UNA
ROCA EN EL CAMINO

No conocemos la oportunidad hasta que ésta pasa por
nuestro lado y la dejamos ir…



Hace mucho tiempo, en un país lejano, un rey muy sabio colocó una gran roca
obstaculizando un camino.



A continuación se escondió y miró para ver si alguien quitaba la tremenda roca.



Algunos de los comerciantes más adinerados del país y cortesanos que
atravesaban diariamente ese sendero, simplemente dieron una vuelta alrededor de
la roca al tiempo que muchos culparon al rey ruidosamente de no mantener los
caminos despejados, pero ninguno hizo nada para retirar la piedra grande del
camino.



Pero fue entonces cuando un pobre campesino que llevaba una gran carga pasó por
allí. Al aproximarse a la roca, el campesino depositó su mercancía en el suelo
y trató de mover la roca a un lado del camino. Después de empujar y fatigarse
mucho, lo logró.



Mientras recogía su carga de vegetales, se percató de la presencia de una bolsa
justo donde había estado la roca. La misma contenía muchas monedas de oro y una
nota del mismo rey indicando que el oro era para la persona que removiera la
piedra del camino.



El campesino aprendió lo que los otros nunca entendieron.



Cada obstáculo presenta una oportunidad para mejorar la condición de uno. 










Tambien esta historia lo encuentras en WEB CATOLICO DE JAVIER  LA ROCA EN EL CAMINO

domingo, 9 de marzo de 2014

Menú Cuaresmal

MENÚ CUARESMAL 
Recetas al alcance de todas y todos.
 
1. TENER A MANO:
Abrelatas, para abrir corazón endurecido.
Cuchillo, para cortar vicios.                        


Destapador, para destapar lo atorado en las relaciones familiares.
Colador, para pasar por alto las ofensas y purificar intenciones.
Mandil, para el servicio.

2. ABSTENERSE:
Abstenerse de comer prójimo (chismes, murmuraciones y calumnias).
Quitarle al condimento los desquites.
Evitar consumir altas grasas de egoísmo.
No tomar vinagre, que pone de mal humor.
Lavar bien el corazón para que no se infecte de la cólera.
Evitar el consumo excesivo de picantes, para no "picarse" y decir maldiciones.
Evitar el camarón, porque adormece la conciencia, y "camarón que se duerme, se lo lleva la corriente".
No tomar postres helados que congelen el afecto.
Evitar comer pan de muertos -de envidia.

3. MENÚ RECOMENDADO:

Como plato fuerte: exquisita caridad para con el prójimo.
Caldo de atención a los desamparados y enfermos.
Ensalada de detalles de afecto para los suyos.
Pan abundante para compartir con el hambriento.

Vino de alegría para convidar a los tristes y desanimados.
Sopa de letras para escribir más seguido a familiares y amigos.
Sopa de zanahoria para ver con buenos ojos a los demás.
Pan bendito para los afligidos, ya que "las penas con pan son menos".

DE POSTRE, SE RECOMIENDA:

Perita en dulce, para ser buena persona.
Yogurt de guayaba... para repetir gestos de perdón.
Naranja dulce y limón partido "dame un abrazo que yo te pido"(abrazar a los seres queridos, y darles muestras de aprecio verdadero, no de chocolate).
Y no olvides:
"DONDE COME UNO, COMEN DOS" Y "ÉCHALE SIEMPRE MÁS AGUA A LA SOPITA".
Comparte tu vida con OTRAS PERSONAS. Finalmente, el Chef celestial recomienda sobre todo el alimento espiritual:
"EL QUE COME MI CARNE Y BEBE MI SANGRE, TIENE VIDA ETERNA"

Tambien puede encontrar en Web Católico de Javier http://webcatolicodejavier.org/menucuaresmal.html

Mensaje del Papa Francisco para la Cuaresma 2014

Mensaje del Papa Francisco para la Cuaresma 2014 Pulsa aquí

domingo, 2 de marzo de 2014

LA CONFESIÓN COMO TERAPIA



LA CONFESIÓN COMO TERAPIA



Conocí a un personaje con un cargo importante. Un poco cegato de ojos y de
mente. Se levantaba por las mañanas, entraba en la empresa y empezaba a dar
cornadas – disposiciones y órdenes- a diestro y siniestro. De pronto, veía a
uno con las tripas fuera: Juan, ¿qué te pasa?.
¿Que qué me pasa? Respondía Juan, que me acabas de dar
una "corná".



¿Quéee, cómooo, yooo? El tal personaje no sabía lo que hacía, pero tenía una
rara virtud: Ante Dios y ante los hombres sabía pedir perdón y reparar los
desperfectos. Igualmente, los cristianos, el pueblo de Dios hace tiempo que
tienen ojos y no ven, oidos y no oyen; y les cuesta mucho, muchísimo pedir
perdón y reparar. Jesús sabía de que barro estamos hechos cuando suplicó: “
Padre perdónalos porque no saben lo que hacen”



Una de las funciones esenciales del sacerdote es perdonar ¡siempre! los
pecados, y perdonarlos a través de la confesión. En el Catecismo de la Iglesia
Católica se sigue recomendando vivamente el sacramento de la penitencia. Un
verdadero milagro de amor. ¿Por qué nos confesamos tan poco hoy? Sin embargo,
no suele oirse advertir a las muchedumbres que se acercan a comulgar sobre el
grave pecado de hacerlo en pecado mortal.



Hace poco, tras una reunión de niños con el Papa una niña le preguntó: ¿ Por
qué hay que confesarse frecuentemente? El Papa le respondió: Y ¿por qué barre y
limpia la casa tu mamá todos los días? Aunque tenga poco polvo y suciedad, la
limpia, sin esperar a que la casa llegue a oler mal o esté tan desordenada que
se convierta en una pocilga. Como el polvo, las pequeñas ofensas ensucian el
alma y las relaciones con Dios, y poco a poco esta suciedad, si no la
eliminamos, nos acarreará serios disgustos.



Muchos religiosos y laicos tienen la norma de confesarse todas las semanas,
pero ¿de qué pecados? de los que nunca nos confesamos, del primero y principal
de todos los mandamientos : De amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo
como a ti mismo. Así:



El buen hijo nunca miente, roba, maltrata u ofende de cualquier otra forma a su
Padre, pero el Padre no se conforma con eso, quiere ser amado, que se le trate
con cariño, que le obedezcamos, que nos acordemos de su cumpleaños o
determinadas fechas importantes, le ayudemos o aliviemos en su trabajo,
tengamos un detalle de vez en cuando, mantengamos conversaciones con él…
Además, Cristo dijo: “El que me ama es el que cumple mis mandamientos”



Hay otras muchas cosas de las que tampoco se nos ocurre confesarnos ni pedir
perdón:

a) De no hacer nuestros trabajos con la mayor perfección posible, de las
chapuzas…...

b) De conducir peligrosamente o con dos copas de más, siendo un grave peligro
para los demás prójimos además de para sí mismo).

c) De perder nuestro tiempo y hacérselo perder a los demás, una forma de robo
como otra cualquiera.

d) De no hacer la vida amable a los que nos rodean gruñendo, criticando,
murmurando siempre, sin decir una palabra de estímulo o amable a nadie; cosas
que no matan pero hacen la vida triste.

e) De no agradecer nunca la comida con una palabra cariñosa a quien nos la ha
preparado.

f) De no ayudar en las tareas de la casa , de maltratar a los inferiores, de no
apagar la TV ante un programa peligroso para el alma, de no ayudar a los
necesitados (a veces cercanos a nosotros); ni dar un euro para los afectados
por terremotos, incendios, inundaciones……

g) Pedir perdón en cuanto “metemos la patita” que es una forma inteligente de
terminar rápidamente con discusiones y malentendidos.



Muy duro es pedir perdón a los hombres y muy grave para los cristianos no
hacerlo ante Dios. Y sin pedir perdón y perdonar, no hay, ni habrá nunca paz.
Especialmente, hemos olvidado los pecados de omisión: “Todo lo bueno que
pudimos hacer y no hicimos”. Los gobernantes, no sólo los políticos, nos dicen
siempre lo que han hecho bien, los gobernados o la oposición lo que hicieron
mal; pero ninguno nos dice nunca lo que tenían que haber hecho y no hicieron.
En la mayoría de estos casos, los temas más importantes.



Por otra parte, en estos días en que tantas personas andan agobiadas por
depresiones, y/o ansiosas de paz y equilibrio espiritual, pocas terapias
encontrarán tan gratificantes como una confesión bien hecha. Solo tiene un
defecto: ¡ES GRATIS!




Extracto de un artículo de Alejo
Fernández Pérez    





RESUMEN DE LAS PALABRAS DEL PAPA FRANCISCO SOBRE LA
CONFESIÓN   
Queridos hermanos y hermanas:
La catequesis de hoy está centrada en el sacramento de
la Reconciliación. Este sacramento brota directamente del Misterio Pascual.
Jesús Resucitado se apareció a sus apóstoles y les dijo: «Reciban el Espíritu
Santo, a quienes perdonen los pecados, les quedarán perdonados». Así pues, el
perdón de los pecados no es fruto de nuestro esfuerzo personal, sino un regalo,
don del Espíritu Santo que nos purifica con la misericordia y la gracia del
Padre.

La Confesión, que se realiza de forma personal y privada, no debe hacernos
olvidar su carácter eclesial. En la comunidad cristiana es donde se hace
presente el Espíritu Santo, que renueva los corazones en el amor de Dios y une
a todos los hermanos en un solo corazón, en Jesucristo. Por eso, no basta pedir
perdón al Señor interiormente; es necesario confesar con humildad los propios
pecados ante el sacerdote, que es nuestro hermano, representa a Dios y a la
Iglesia.

El ministerio de la Reconciliación es un auténtico tesoro, que en ocasiones
corremos el peligro de olvidar, por pereza o por vergüenza, pero sobre todo por
haber perdido el sentido del pecado, que en el fondo es la pérdida del sentido
de Dios. En cambio, cuando nos dejamos reconciliar por Jesús, encontramos la
paz verdadera.



"No hay que tener miedo de la confesión. Uno, cuando entra al
confesionario, siente tantas cosas, incluso vergüenza. Pero después se siente
libre, grande, hermoso, perdonado”

"Pero 'padre, me da vergüenza'. También la vergüenza es buena. Es
saludable sentir un poco de vergüenza. La vergüenza es saludable. Cuando una
persona no siente vergüenza, en mi país, se dice que es un 'sinvergüenza', un
sinvergüenza”.

Luego pidió a las más de 20.000 personas presentes en la plaza que recordaran
cuándo fue la última vez que se confesaron: Quizá hace semanas, meses o años.
Por eso Francisco dijo que el tiempo apremia."Cada uno de vosotros debería
preguntarse: ¿Cuándo fue la última vez que me confesé? Si pasó mucho tiempo,
entonces no pierdas ni un día más. ¡Adelante!”. 




LA CONFESIÓN COMO TERAPIA : web Católico de Javier

sábado, 1 de marzo de 2014

Para qué la misa

                                  ¿Para qué la misa?

Un viernes de hace dos mil años, un hombre sin pecado
ofreció su vida, su sangre y su muerte en un gesto de suprema obediencia
dictada por el amor. Aquel hombre era el Hijo de Dios, y porque era
perfectamente santo, el Padre le abrió los brazos y lo resucitó en la gloria.
Mediante su sacrificio, la humanidad entera entró en la vida eterna de Dios. Es
el sacrificio de Cristo que nos salva, pero Dios nos respeta tanto que no
quiere salvarnos sin nosotros: es necesario que nosotros nos ofrezcamos junto a
Jesús. Y para esto está la Misa, que es la permanencia de su sacrificio. La
Misa es una presencia, una nueva presencia, un nuevo presentarse Cristo en su
único acto redentor; es un hacer presente aquí y ahora el sacrificio del
calvario que llega a ser una realidad de nuestro tiempo, de nuestra parroquia,
de nuestra vida. Por esto es necesario ir con alegría y reconocimiento.

Es preciso ir con los propios pies,
mientras se puede; con la propia boca y con el propio corazón para comer el
fruto de la vida. "Quien come mi carne y bebe mi sangre tiene la
vida eterna y yo le resucitaré en el último día" (Jn 6.54).






Explicación de por qué ir a Misa dada
por el Papa Francisco

En su catequesis de la audiencia general
realizada el 12 de febrero de 2014, en la Plaza de San Pedro, el Papa Francisco
respondió a una serie de preguntas sobre cómo vivir la Misa y respondió a
diversas excusas de quienes no quieren asistir a la Eucaristía dominical.



“¿Cómo vivimos nosotros la Eucaristía? ¿Cómo vivimos la Misa, cuando vamos a
Misa los domingos? ¿Es sólo un momento de fiesta? ¿Es una tradición bien
establecida, qué se hace? ¿Es una ocasión para encontrarnos o para sentirnos
bien o es algo más? Hay señales muy específicas para averiguar cómo vivir esto.
Cómo vivimos la Eucaristía. Señales que nos dicen si vivimos la Eucaristía
bien, o no la vivimos tan bien”



El Santo Padre dijo que, en cuanto a la Misa, es fundamental saber que allí
tenemos la gracia “de ser perdonados y perdonar. A veces alguien pregunta:
‘¿Por qué hay que ir a la iglesia, si los que participan regularmente en la
Misa son pecadores como los demás?’. ¡Cuántas veces hemos oído esto!”



“En realidad, quien celebra la Eucaristía no lo hace porque cree o quiere
aparentar más que los demás, sino porque se reconoce siempre con la necesidad
de ser aceptado y regenerado por la misericordia de Dios, hecha carne en
Jesucristo. ¡Si cada uno de nosotros no se siente con la necesidad de la
misericordia de Dios, no se siente un pecador, es mejor que no vaya a Misa!”



“¿Por qué vamos a Misa?”, cuestionó el Papa y respondió: “porque somos
pecadores y queremos recibir el perdón de Jesús, participar en su redención, en
su perdón. ¡Ese ‘confieso’, que decimos al principio no es algo ‘formal’, es un
verdadero acto de penitencia! ¡Yo soy pecador y confieso! Así da inicio la
Misa”.



“No debemos olvidar nunca que la Última Cena de Jesús tuvo lugar ‘la noche en
que fue traicionado’. En el pan y el vino que ofrecemos y en torno al cual nos
reunimos se renueva cada vez el don del Cuerpo y la Sangre de Cristo para la
remisión de nuestros pecados. Debemos ir a Misa humildemente, como pecadores y
el Señor nos reconciliará”.



Otro indicador de la vivencia de la Misa adecuadamente, dijo el Pontífice, es
la capacidad de descubrir a los otros como hermanos a partir del amor a Jesús,
para lugar compartir su Pasión y su Resurrección, especialmente con los más
necesitados como aquellos que han sido afectados por la lluvia en los días
recientes en los alrededores de Roma.



“Me pregunto, todos preguntémonos: yo, que voy a misa, ¿cómo vivo esto? ¿Me
preocupo de ayudar, de acercarme, de rezar por ellos, que tienen este problema?
¿O soy un poco indiferente? O tal vez me preocupo de chismorrear: ‘¿viste cómo
iba vestida aquella, como iba vestido aquél?’.... A veces se hace esto después
de la Misa, ¿o no? ¡Se hace! ¡Y esto no se debe hacer! Debemos preocuparnos por
nuestros hermanos y hermanas que tienen una necesidad, una enfermedad, un
problema”.



Un “último y valioso indicador” sobre la vivencia de la Misa es la relación
entre la Eucaristía y las comunidades cristianas: “debemos tener siempre
presente que la Eucaristía no es algo que hacemos nosotros; no es una
conmemoración nuestra de lo que Jesús dijo e hizo. No ¡Es propiamente una
acción de Cristo! ¡Es Cristo quien los realiza, que está en el altar! Y Cristo
es el Señor. Es un don de Cristo, que se hace presente y nos reúne en torno a
Él, para alimentarnos con su Palabra y con su vida”.



“Esto significa que la misión y la misma identidad de la Iglesia fluyen a
partir de ahí, de la Eucaristía, y allí siempre toman forma. Una celebración
puede llegar a ser impecable en términos de apariencia, hermosísima, pero si no
nos lleva al encuentro con Jesús, puede que no comporte ningún alimento a
nuestro corazón y a nuestra vida. A través de la Eucaristía, en cambio, Cristo
quiere entrar en nuestra existencia e impregnarla de su gracia, para que en
cada comunidad cristiana haya coherencia entre liturgia y vida: esta coherencia
entre liturgia y vida”.

LA ESPADA DE DAMOCLES: Que importante es ser humilde y aceptar nuestros logros


LA ESPADA DE DAMOCLES 

Érase una vez un rey llamado Dionisio I El Viejo, soberano de Siracusa. En ese tiempo la ciudad era griega y la más importante de la gran isla de Sicilia.

Vivía en un suntuoso palacio en donde las riquezas abundaban,
en especial por las obras de arte, el lujo, la exquisita y fina cocina,
las lindas mujeres y el refinamiento de los cortesanos.

Contaba, además, con criados y esclavos solícitos a sus mínimos requerimientos. Había mucha gente que lo envidiaba por el poder que ostentaba y por su incalculable fortuna.

Uno de ellos era Damocles, un cortesano que se dedicaba a la intriga, al ocio, y en especial a envidiar a su rey, uno de sus mejores amigos.

-¡Qué afortunado eres; cuentas con todo lo que un ser humano puede aspirar! Dudo que exista alguien más feliz que tú-, solía repetirle.

Dionisio, quien adolecía de muchos defectos, sí odiaba la envidia y estaba aburrido de oír día a día las aparentes adulaciones, que eran una expresión velada de resquemor.

-¿En verdad, Damocles, crees que soy más feliz que los demás?

Damocles, que pensaba que la felicidad consistía en el tener y en el poder, le respondió:

-Sí, en verdad creo que eres no sólo el más feliz de nosotros, sino el más feliz del mundo.

Si te gusta tanto esto, ¿por qué no cambiamos de lugar por un día?

-Sólo en sueños lo había pensado,
mi rey. Sí, me encantaría disfrutar de tus placeres y riquezas aunque
sea sólo por un día y al igual que tú, no tener ninguna preocupación .

-Está bien. Cambiemos; tú serás el rey y yo el cortesano; pero sólo por un día.

Así lo convinieron para el día siguiente. La corte y los criados quedaron de tratar a Damocles como si fuera el rey. Le colocaron la corona de oro y diamantes y le pusieron el manto real.

Damocles se hizo servir en la sala de banquetes, los mejores vinos y la más deliciosa comida. Al escuchar la música, dedicada a él, al sentirse halagado y admirado, no pudo menos que pensar que era el hombre más feliz del mundo.

-Esto si que es vida-, le dijo al rey, quien estaba sentado al otro extremo de la mesa. Estoy disfrutando como nunca.

Al beber el mejor de los vinos en una copa de oro, miró hacia lo alto. ¿Qué era lo que pendía de arriba, un objeto cuya punta casi le tocaba la cabeza? Sobre su cabeza pendía una afilada espada, atada al techo por un delgado hilo. El brillo de ésta casi le impedía ver.

Las manos le temblaban de tal manera, que derramó parte del contenido de su copa. Como pudo, hizo acallar la música y sólo con
la mirada desdeñaba los ricos manjares que iban sirviéndole.

No se atrevía a huir, aunque era su único anhelo. Tenía pánico de mover hasta las cejas. El hilo era demasiado delgado; bastaba
un pequeño vaivén para que se cortara y se enterrará en su cabeza.

-Amigo, ¿qué te pasa?- preguntó Dionisio. -Da la impresión que nada te interesa. Hiciste callar la música, derramaste la copa de vino y hasta has perdido el apetito.

¿Acaso no ves la espada pendiendo de un hilo sobre mí? -, preguntó Damocles.

-Sí, claro que la veo. Siempre pende sobre mi cabeza. La veo a cada instante. Siempre está el peligro de que caiga, no sólo por su propio peso, sino que el hilo sea cortado por alguien. Puede ser un asesor envidioso de mi poder que quiera asesinarme. También puede ser alguien que quiera derrocarme propagando mentiras en mi contra. Puede suceder que un reino vecino venga a atacarnos, me asesine para quitarme el trono y así extender su poderío. Asimismo, puedo equivocarme en alguna de mis decisiones y esto provoque mi caída.

-Mira Damocles-, continuó el rey, -si quieres ser monarca, tienes que estar dispuesto a aceptar estos riesgos que son parte del poder.

Damocles, muy asustado, apenas se atrevía a responder. Veía la espada y se atragantaba de miedo.

-Rey mío, ahora veo que estaba equivocado. Además de la riqueza, el poder y la fama, tienes mucho que hacer, mucho en que pensar. Por favor, ocupa tu lugar y déjame volver a casa. Ese es mi anhelo supremo.

Damocles, al salir del palacio, con el paso cada vez más firme, corriendo y hasta casi volando, lo único que deseaba era abrazar
a su sencilla esposa y valorar su interioridad. Lo mismo pensaba hacer con su hijo.

Ahora sí les iba a inculcar con su propio testimonio de vida, que los valores no se sostienen en el poder ni en el tener.



La espada de Damocles es una frase acuñada en alusión a este cuento para ejemplificar la inseguridad en que se instalan aquellos que ostentan un gran poder, pues no sólo pueden perderlo de golpe, sino todo lo demás, incluida la vida.




La eutanasia





NO A LA EUTANASIA

La eutanasia es un acto
deliberado de dar fin a la vida de una persona. «Anticipar la muerte, por muy
cierta que sea, y por insoportable que parezca la vida, es otorgarse un derecho
que sólo a Dios pertenece. Y esto aun cuando el enfermo consienta y lo solicite
vivamente, porque ni siquiera él puede conferir un derecho que tampoco posee,
ya que no es dueño ni propietario de su cuerpo y de su existencia».


La eutanasia se quiere enmascarar con la etiqueta de «muerte digna», lo mismo
que el aborto asesino se quiere disimular llamándole «interrupción del
embarazo».

Después del aborto vendrá la eutanasia. Por la misma razón que se permite matar
a los niños no deseados, se permitirá matar a los enfermos y ancianos que
estorben. «Que nadie se engañe. Primero fue el no nacido, ahora el anciano, y
luego vendrá todo aquel que estorbe al que manda, o el que se atreva a
disentir. La cultura de la muerte es imparable, aunque sus argumentos sean
nulos», ha dicho Santiago Martín.

Se empieza con una etiqueta de buena apariencia: muerte digna, ayudar a morir
al que no desea sufrir más. Pero luego se pasa a acciones aterradoras, como el
caso de un matrimonio joven que quería eliminar a la abuela porque necesitaba
su cama. Por los años 70, en la China comunista desaparecieron de golpe
leprosos, ciegos, locos y minusválidos. Esta «purga» explica en parte el
impresionante agujero descubierto por los demógrafos de cincuenta millones de
habitantes en la población china..

Por la misma razón por la cual algunos defienden hoy el aborto, el día de
mañana serán ellos mismos eliminados por sus hijos, que los considerarán una
carga inútil. Diego Díaz en su libro «La última edad», recuerda unas palabras del
demógrafo americano Dr. Gallop, de la Universidad de Manitoba (Canadá): «Una
vez que hayas permitido la muerte del feto, el ciclo no se cerrará. No habrá
límites de edad. Se habrá puesto en movimiento una reacción en cadena que podrá
hacer de ti una víctima. Tus hijos querrán matarte, porque permitiste que
fueran muertos sus hermanos y hermanas. Querrán matarte por no poder soportar
tu vejez». Incluso hay quien se ufana de haber podido comprar un coche con el
dinero del seguro de vida del enfermo que dejó morir por falta de asistencia .
Y como dice el Dr. Gallop :«Si un doctor acepta dinero para matar a un inocente
en el seno materno, el mismo doctor te matará a ti con un inyección, cuando
alguien se lo pague».

El jueves 4 de junio de 1987 pudimos ver en televisión española en el espacio
«Debate» cómo el defensor de la eutanasia decía que todos debíamos tener
derecho a morir de modo digno, y el médico del Hospital de Basurto le dijo que
en eso tiene toda la razón, pero la eutanasia consiste en matar al enfermo, y
los médicos están para sanar, no para matar.

Morir dignamente es asumir la muerte humana y cristianamente.

Todos los periódicos de España hablaron del caso de la niña Mercedes Rodríguez,
de Bilbao, cuyo padre, Emilio, de veintiséis años, pidió por todos los Medios
de Comunicación que los médicos mataran a su hija enferma. Hubo algún
matrimonio que quiso hacerse cargo de su hija.

Más tarde se encontró remedio a algunos de los males de la niña .

Una enfermera del Hospital holandés de Vliethoven asesinó por medio de una
inyección a nueve ancianos .

Cuatro enfermeras de Austria fueron condenadas por liquidar a cuarenta y nueve
enfermos que les resultaban molestos . Una de las enfermeras, llamada Waltraud
Wagner, reconoce haber matado a once personas .

En Holanda se registran al año más de dos mil casos de eutanasia, mil de los
cuales se practicaron sin ser solicitada por el paciente . La legalización de
la eutanasia en 1992 ha provocado una enorme difusión de una tarjeta donde se
dice que el portador no admite le sea practicada la eutanasia; y ochenta de
cada cien mayores de setenta y cinco años no quieren ni oír hablar del Hospital
por miedo a ser eliminados. El miedo a que se les practique la eutanasia ha
hecho que los ancianos holandeses se asocien en la NPV para defenderse de la
eutanasia. La NPV cuenta con sesenta y tres mil miembros, y en las últimas
semanas se han apuntado cinco mil nuevos socios .

Conozco casos de enfermos terminales por los que se ha hecho todo lo que es
razonable hacer, y que mueren desesperados creyendo que se les tiene
abandonados. Si esto ocurre en una situación en la que la eutanasia está
rechazada, cuántos morirían desesperados creyéndose abandonados en una
situación en que la eutanasia esté legalizada?.

De hecho en Australia se ha anulado la ley que permitía la eutanasia .

No es lícito dar a un enfermo una inyección con el propósito de provocar la
muerte, ya inevitable, apoyados en el piadoso deseo de que no sufra. No es
lícito provocar directamente la muerte por un medio artificial, ni siquiera a
petición del interesado, pero el médico puede dar al enfermo algún lenitivo de
los dolores, aun a sabiendas de que posiblemente con ello se acelere
indirectamente la muerte.

Pero si la dosis empleada, aunque no produzca directamente la muerte, hace
privar al enfermo del uso de la razón hasta el momento de morir no se podrá
aplicar al moribundo; a no ser que esté ya preparado espiritualmente. En caso
contrario sería privarle de una adecuada preparación para su salvación eterna,
lo cual es mucho más importante que el alivio corporal .

Todos debemos poner los medios proporcionados para conservar o recuperar la
salud. Pero no estamos obligados a los medios desproporcionados como serían
medicamentos muy caros o intervenciones quirúrgicas muy dolorosas . Cuando el
enfermo, a juicio del médico, no tiene esperanza de curación, no es necesario
prolongar indefinidamente (distanasia), por medio de medicinas o aparatos, una
vida que corre irrevocablemente a su término . Sobre todo cuando la vida se
prolonga artificialmente, tan sólo vegetativamente, sin reacciones humanas, es
perfectamente lícito interrumpir las medidas extraordinarias y suspenderle el
tratamiento o desconectarle los aparatos dejando que la naturaleza siga su
curso . Una existencia irreversiblemente vegetativa, que ha dejado de ser
humana, puede no tener sentido el prolongarla. Aunque no se puede privar a los
familiares de su derecho de emplear todos los medios a su alcance para mantener
la esperanza hasta última hora.

En septiembre de 1989 la Conferencia Episcopal Española ha redactado un
«Testamento Vital» para los enfermos que se hallan en una situación terminal.
Dice así: «El que suscribe pide que si por mi enfermedad llegara a estar en
situación crítica e irrecuperable, no se me mantenga en vida por medio de
tratamientos desproporcionados o extraordinarios, que no se me aplique la
eutanasia activa, ni se me prolongue abusiva e irracionalmente mi proceso de
muerte; pero que se me administren los tratamientos adecuados para paliar los
sufrimientos.

Pido igual ayuda para asumir cristiana y humanamente mi propia muerte.

Deseo poder prepararme para este acontecimiento final de mi existencia en paz,
con la compañía de mis seres queridos y el consuelo de mi fe cristiana».





La doctrina de la Iglesia sobre la eutanasia puede resumirse en este decálogo:


1º.- Jamás es lícito matar a un paciente, ni siquiera para no verle sufrir o no
hacerle sufrir, aunque él lo pidiera expresamente. Ni el paciente, ni los
médicos, ni el personal sanitario, ni los familiares tienen la facultad de
decidir o provocar la muerte de una persona.

2º.- No es lícita la acción que por su naturaleza provoca directa o
intencionalmente la muerte de un paciente.

3º.- No es lícito omitir una prestación debida normalmente a un paciente, sin
la cual va irremisiblemente a la muerte: por ejemplo, los cuidados vitales
(alimentación por tubo y remedios terapéuticos normales) debidos a todo
paciente, aunque sufra un mal incurable o esté en fase terminal o en coma
irreversible.

4º.- No es lícito rehusar o renunciar a cuidados y tratamientos posibles y
disponibles cuando se sabe que resultan eficaces, aunque sea sólo parcialmente.
En concreto, no se ha de omitir el tratamiento a enfermos en coma si existe
alguna posibilidad de recuperación; aunque se puede interrumpir cuando se haya
constatado su total ineficacia. En todo caso, siempre se han de mantener las
medidas de sostenimiento.

5º.- No existe la obligación de someter al paciente terminal a nuevas
operaciones quirúrgicas cuando no se tiene la fundada esperanza de hacerle más
llevadera su vida.

6º.- Es lícito suministrar narcóticos y analgésicos que alivien el dolor,
aunque atenúen la consciencia y provoquen de modo secundario un acortamiento de
la vida del paciente. Siempre que el fin de la acción sea calmar el dolor, y no
provocar subrepticiamente un acortamiento sustancial de la vida; en este caso,
la moralidad de la acción depende de la intención con que se haga, y de que
exista una debida proporción entre lo que se logra (la disminución del dolor) y
el efecto negativo para la salud.

7º.- Es lícito dejar de aplicar tratamientos desproporcionados a un paciente en
coma irreversible cuando haya perdido toda actividad cerebral. Pero no lo es
cuando el cerebro del paciente conserva ciertas funciones vitales, si esta
omisión provocase la muerte inmediata.

8º.- Las personas minusválidas o con malformaciones tienen los mismos derechos
que las demás personas, concretamente, en lo que se refiere a recepción de
tratamiento terapéutico. En las fases prenatal y posnatal se les han de
proporcionar las mismas curas que a los fetos y niños sin ninguna minusvalía.

9º.- El Estado no puede atribuirse el derecho de legalizar la eutanasia, pues
la vida del inocente es un bien que supera el poder de disposición, tanto del
individuo como del Estado.

10º.- La eutanasia es un crimen contra la vida humana y contra la ley divina,
del que se hacen responsables todos los que intervienen en la decisión y
ejecución del acto homicida .
Autor del texto:
Padre Jorge Loring